Cojo el autobús, he quedado con dos amigas a tomar un café. Voy tranquila, me sobran varios minutos. Miro por la ventana distraída pensando en lo mucho que hace que
no las veo... De repente, el vehículo se detiene y la conductora anuncia que la
calle está cortada y no puede continuar, que tenemos que bajar allí.
Todos los pasajeros, algo sorprendidos y molestos, bajamos y
continuamos nuestra ruta a pie. Efectivamente la calle está desierta.
Entonces, comienzo a
escuchar un sonido atronador. Me asusto, suena muy fuerte. Me recuerda un poco a una cacerolada. No puedo evitar pensar en cómo han terminado
las últimas manifestaciones a las que he acudido en Madrid. Me fijo mejor y me doy cuenta de que ellos tocan un
ritmo bastante tenebroso. Me sorprende, tenía entendido que la música en la calle, sin pasar por un casting previo, era ilegal (supongo que será solamente en Madrid).
Continúo la marcha algo intranquila y es entonces cuando,
por fin, veo a los protagonistas del escándalo. Es un grupo de gente muy
numeroso enarbolando banderas que no soy capaz de reconocer. Vuelvo a tener
miedo, seguro que son extremistas ¿Serán peligrosos? Veo que llevan antorchas y
la cara tapada (menos mal que la nueva ley de seguridad ciudadana prohibirá ir
con el rostro oculto). Hay mucha gente…
me preocupa que lleven a niños pequeños de la mano ¿qué defenderán? Van
cortando el tráfico de media ciudad. Yo voy tarde al café.
Al llegar, me dicen que es la fiesta de la fe.
Hoy, por suerte, es la fiesta del fútbol y esta noche, de 21.30 a 23 será el mejor momento para pasear por unas calles desiertas y
silenciosas. Cuando termine, cuidado, las calles volverán a ser de los que
festejan...
Parece que es cierto: vivimos en el país de la fiesta.
yo creo que vivimos en un país más bien tenebroso...
ResponderEliminarTomá! Qué miedo ma dao...
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